Días 40 a 45: Laguna La Cocha. Popayán: inesperada sorpresa. Parada técnica en Cali. Santa Rosa de Cabal y Marsella. Rumbo a la costa.

El 08 de agosto amanecimos en el parqueadero de Pasto, desayunamos y de inmediato fuimos a la Laguna de la Cocha, a sólo 30 Km de esa ciudad. Les anticipamos que se trata de un lugar muy agradable, tranquilo y pintoresco, con la posibilidad de recorrer la costa de la laguna (la segunda en tamaño de Colombia y cuyo contorno asemeja al de Sudamérica) o alquilar embarcaciones que hacen una navegación por ella o llevan hasta una pequeña isla. Tuvimos la suerte de tomar por un camino que nos dejó en una punta elevada del terreno, sobre la costa de la laguna, en donde estaba construido un hermoso hotel con jardines en su contorno. Pedimos permiso para entrar y sacar fotos (el lugar era ideal para unas panorámicas). Conversando con el encargado Ronaldo, éste nos informa que por la suma de $40,00 argentinos nos podían alquilar el servicio de baño, ducha y WiFi. No lo dudamos. Le agregamos a la cuenta una cena y pudimos pagar un módico precio total mediante tarjeta (¡importantísimo en estas épocas!). Pudimos gozar del lugar durante todo el miércoles y parte del jueves. La atención del Rolando y el resto del personal fueron excelentes y queremos agradecerles por este medio, así como también recomendar visiten este hotel llamado Sindamanoy, el cual se puede transformar en un accesible camping de lujo.

El jueves 09 regresamos a Pasto, cargamos combustible (en todo el estado de Nariño está a un precio por demás de accesible de $3,80 el litro de diesel; luego asciende a cerca de $5,50), y pusimos rumbo a Popayán. Allí comenzamos a sufrir el problema de las carreteras y los peajes colombianos. Estos últimos son carísimos (cerca de $17,00 argentinos cada 50 a 70 Km y en el norte aumenta su valor y periodicidad). Como contrapartida las rutas, salvo algunos cortos tramos, están en mal estado y tienen diseños que no permiten superar los 60 o 70 Km/h. Es casi imposible hacer promedios de mucho más de 50 Km/h. El tránsito es intenso y los cortes por reparaciones, continuos.

A los 250 Km llegamos a Popayán, la “ciudad blanca”, con un centro histórico muy conservado y una hermosísima plaza central. Lo recorrimos y luego nos fuimos a una gasolinera donde cenamos y terminamos la sobremesa con un buen aguardiente de caña del Valle del Cauca. Se imaginarán que nada ni nadie nos pudieron despertar.

El viernes 10 muy temprano, salimos rumbo a Cali. Al preguntar en la estación de servicio sobre el camino de salida, nos informaron que la ruta estaba cortada pues las FARC habían volado un puente sobre el río Piedamó a unos 20 Km de Popayán. Pensamos que podía ser una exageración ya que las radios y el diario local nada decían sobre el asunto. Igual iniciamos el camino. Era cierto. A poco andar una inmensa cola de vehículos detenida por completo nos impidió proseguir. Luego de más de una hora, lentamente ingresamos por un camino y puente vecinal pudiendo advertir que estaba destrozada la mano de venida a Popayán del puente en cuestión. Se observaban vidrios y mampostería rotos y los vecinos del pequeño poblado pegado al lugar nos informaron que la bomba había sido colocada a las 02 horas de esa madrugada (solo 6 horas antes de que nosotros cruzáramos). El atentado coincidió (sugestivamente) con una manifestación que (luego nos enteramos) hicieron cerca de 15.000 indígenas de la etnia nasa en la ciudad de Popayán, en el inicio de una movilización convocada por ellos para defender su autonomía e implantar un proyecto de paz. Los nasa rechazan la presencia en sus tierras de militares y guerrilleros. También criticaron el atentado y dijeron que el mismo tiene por objeto confundir a la opinión pública y relacionar sus movilizaciones masivas con la violencia, cosa que dista de ser así. Además del atentado del puente, pocos días antes se habían volado tres torres de una línea de transmisión eléctrica y partes de la transmisión de una hidroeléctrica. A pesar de estos acontecimientos, no podemos decir que se viva una situación de peligro para quienes circulan por las rutas, aunque es evidente de que Colombia sigue aún jaqueado y condicionado por el accionar de la guerrilla y su conflicto con el gobierno. No obstante este delicado y complejo tema, que con gusto podríamos conversar en un ámbito más adecuado que éste, no queremos olvidarnos de señalar nuestra admiración y respeto por el pueblo colombiano, su hospitalidad y afecto constante para los viajeros (en este caso, con nosotros), ya sea mediante bocinazos en la ruta, preguntas sobre nuestro viaje, ofrecimientos de todo tipo, colaboración y mil etcéteras más.

Llegamos a Cali el viernes 10 cerca del mediodía. De inmediato sacamos turno para una revisión de la Combi en la agencia Mercedes Benz de esa ciudad, el cual nos lo dieron para las primeras horas de la tarde. La atención por parte de Carlos Castro, Julio Martínez, Sandro, el propietario Luis Fernando Lenis Steffens y todo el personal del taller y de seguridad fue excelente, no solo en relación con nosotros, sino que muy profesional en la tarea específica, detectando algunos pequeños problemas (amortiguadores, rótulas, faros) que fueron rápidamente solucionados. Recomendamos a todos los viajeros (ojo, no sean mal pensados que solo nos regalaron un llavero) muy especialmente a Andina Motors SA con domicilio en Cra. 8 N° 33 – 16 Principal de Cali, para que hagan allí sus revisiones y/o eventuales reparaciones.

El sábado 11, luego de una alineación de la Combi partimos llegamos a Santa Rosa de Cabal, a unos 15 Km de Pereyra rumbo a Manizales. Íbamos atraídos por sus termas y lo que leímos en una guía. Pernoctamos en la plaza y debemos decir con absoluta sinceridad que la ciudad no nos gustó en absoluto. Nos pareció carente de atractivos especiales, a excepción de las termas que tienen un precio exagerado en su ingreso (casi U$S20, 00 por persona). No nos parece que se justifique un desvío a Santa Rosa.

El domingo 12 temprano salimos para Marsella. Nos costó encontrar el camino, pero como referencia les diré que son unos 45 minutos desde Pereyra en dirección NNO de un camino vecinal asfaltado en bastante buen estado, cruzando infinidad de plantaciones de café, además de unas pocas de cacao y otras de bananos o algunos otros frutales. El camino es absolutamente recomendable, pues al apartarse de las rutas principales, el viajero puede observar con detalle el corazón del eje cafetero colombiano. Tuvimos la suerte de ser atendidos por Luis Eduardo, un señor mayor propietario de una pequeña finca, quien nos enseñó a recolectar los granos, separarlos de la pulpa y explicó el posterior proceso de lavado, secado, tostado y comercialización. Llegamos a Marsella poco antes del mediodía. De inmediato nos gustó mucho. Es una pequeña población que mucho conserva de su pasado colonial, con importante iglesia, Casa de la Cultura, Jardín Botánico y particular cementerio escalonado en terrazas que recomendamos visitar. Estacionamos frente a la plaza principal, muy bien arreglada. Allí descansamos, almorzamos y participamos de la vida del pueblo, charlando con muchos vecinos sobre diversos temas, en especial de nuestro viaje. También fuimos atendidos maravillosamente por tres jóvenes estudiantes que tenían a cargo las visitas guiadas en la Casa de la Cultura, quienes (nos deben disculpar pero no recordamos sus nombre) nos interiorizaron de las principales características del lugar y de la región.

A media tarde pusimos rumbo a Chinchiná por un camino asfaltado de unos 30 Km, roto en muchas partes y en otras invadido por la vegetación selvática, pero que vale la pena recorrer en cerca de una hora. Desde Chinchiná seguimos camino por la carretera principal donde paramos a dormir sobre la ruta antes de un peaje, cosa que lamentamos, ya que al día siguiente pasamos por el pueblo de La Pintada donde la ruta cruza el río Cauca, en el cual había lugares más apropiados para pernoctar, en especial un camping con amplio parque llamado Los Farallones.

Llegamos el lunes 13 a Medellín al mediodía. Ya habíamos recorrido bastante esa importante ciudad colombiana el año pasado. (Cliquear en este enlace para ver relato anterior). Nos limitamos a cargar combustible, hacer unas compras en un supermercado, conectarnos a internet y seguir camino hacia la costa caribeña en el Golfo de Morrosquillo, paso previo a Cartagena de Indias. Con esa intención, salimos de Medellín a media tarde hacia el norte por un espectacular camino panorámico y llegamos hasta la ciudad de Santa Rosa de los Osos, donde paramos en un gran parador 24 horas denominado Santa Rosa, paraíso de los viajeros, con baños, internet libre sin obligación de consumo, exquisita comida, mejor panadería y pastelería y un inmensa playa de estacionamiento para pernoctar con total seguridad. Desde allí les estamos escribiendo esta entrada.

Las fotos las encontrarán en estas tres carpetas: 17° Laguna La Cocha – 18° Popayán – 19° Santa Rosa de Cabal. Marsella. El eje cafetero.

Hasta una nueva entrada, esta vez desde el mar colombiano!!!!!!