El 14 de agosto reiniciamos nuestro camino hacia la costa del Caribe. Habíamos pasado una muy buena noche en Santa Rosa y comenzamos un camino que comenzó siendo muy agradable y en buen estado de conservación, para terminar transformándose en otra tortura vial colombiana. Seguimos con la imposibilidad de hacer promedios superiores a los 40 o 50 Km/h. Llegamos al anochecer a Coveñas y nos recomendaron instalarnos cerca del mar en la parte llamada “Punta de Piedra” (está con carteles indicadores). Hicimos noche allí y al día siguiente nos dimos cuenta de que estábamos en un lugar muy agradable, tranquilo, poco concurrido, ya que estábamos fuera de feriados y en temporada baja, y con algunos restaurantes funcionando, algunos de los cuales nos regalaban el servicio de ducha a cambio de consumir el almuerzo o la cena ($100,00 los dos).
Nos quedamos en Coveñas hasta el 16 que levantamos campamento en dirección a Cartagena de Indias. Antes pasamos por Tolú, lugar que no tiene especiales atractivos para mencionar. El camino a Cartagena está destruido por tramos largos y transformado en una pésima carretera de ripio. Ingresamos por el acceso sur, colmado de obras en construcción. En lo que quedaba del día nos fuimos al barrio o sector de Bocagrande, hacia el oeste de la ciudad, donde se congregan los mejores y más modernos edificios, con infinidad de hoteles, restaurantes, casinos y demás lugares de servicios turísticos. La noche la pasamos en una guardería náutica pegada a una gasolinera ESSO. Habíamos pensado hacerlo en el parqueadero de La Marina mediante el pago de una estadía de 12 horas, pero nos indicaron que eso no era posible.
Muy temprano en la mañana del 17 de agosto nos fuimos a recorrer la parte histórica de Cartagena. La ausencia de transeúntes y/o vendedores callejeros por lo temprano del día, nos permitieron hacer un paseo especial en esa bellísima parte de la ciudad. Estamos convencidos de que Cartagena es esencialmente eso: la zona situada dentro del perímetro amurallado. Al resto, sin desmerecerlo, se lo puede encontrar en cualquier otro lugar turístico. Luego de volver a disfrutar por segunda vez esta emblemática ciudad, quizás la más representativa de Colombia en cuanto a sus elementos culturales y arquitectónicos, pusimos rumbo a Santa Marta, donde llegamos en las primeras horas de la tarde del 17. De inmediato pasamos a visitar a nuestro amigo César y luego a dormir en el parqueadero de la Sociedad Portuaria. Nos comentaron que las cosas se han puesto mal en esa ciudad, razón por la cual cerramos un “acuerdo de custodia de coches” con un guardacoches del lugar en presencia de la policía.
Todo anduvo bien esa noche, y el 18 nos fuimos hasta Palomino, poblado sobre la ruta a Riohacha y en el límite entre ese distrito y el de Santa Marta. Nos ubicamos en el establecimiento La Sirena, a unos 1500 metros pasando Palomino ingresando por un camino vecinal hacia la izquierda y llegando en unos 10 minutos a un muy lindo lugar, con unas cuatro cabañas, comodidades para camping, muy buena sombra, hermosa playa, y el acceso a la desembocadura del Río Palomino tras unos 30 minutos de caminata hacia el occidente. Y lo mejor de todo, la amabilidad y atención esmerada y afectuosa de Olga, quien se encuentra encargada del lugar. En ese ambiente tranquilo, “congelamos” nuestro viaje por tres días.
Reiniciamos la marcha el martes 21 de agosto, pero ésa es otra historia.
Las fotos las pueden ver en el siguiente enlace: 20° Golfo de Morrosquillo. Cartagena de Indias. Santa Marta y Palomino
Hasta la próxima!
Voy siguiendo el viaje junto con Uds. Hermosas las fotos!!! y los lugares preciosos. Los relatos don Bárbaros. Espero que esten disfrutando mucho. Cuando vuelvan me avisan así me cuentan todo. Un beso. Los quiero mucho. Hasta pronto.
Que lindo fue volver a ver los lugares que recorrimos en Cartagena,sigan pasandola muy bien cariños
que alegria saber que sigue todo bien. Un abrazo
Que lindas las fotos y el recorrido nos traen recuerdos muy lindos, las playas de Covenia son tranqui esperamos que les alla tocado mejor tiempo que a nosotros.
Un abrazo grande y sigan disfrutando.
Ana y Daniel