Salimos de San Pedro el martes 15 de julio con lluvia casi todo el camino y llegamos a las 18 hs. a Santo Tomé. Más de 860 km en los que prácticamente no paramos, solo para cargar combustible y unos mates al mediodía. Siempre hacemos con rapidez los lugares que conocemos, para aprovechar el tiempo en los desconocidos. Con la pancita vacía estábamos esperando a las 20 hs. que abriera la “Parrilla Integración” que un brasileño posee en la ciudad correntina de Santo Tomé. Excelente cena a buen precio y luego a pernoctar en una ESSO que está cerca del acceso al Paso Fronterizo. Pasamos una noche sin sobresaltos, solo con el condimento de la presencia de muchos argentinos que reingresaban a nuestro país luego del heroico aguante que le hicieron a la Selección Nacional en todos los estadios donde a ésta le tocó jugar. Estaban todos de muy buen ánimo y con sus autos embanderados todavía.
El miércoles 16 nos despertamos temprano y cruzamos la frontera por el puente sobre el Río Uruguay. No había nadie haciendo trámites de salida, así que pronto estuvimos en Sao Borja. Primera gestión en esa ciudad: comprar a nuestro nieto Ivo un álbum brasileño de figuritas con los jugadores del mundial para tenerlo de recuerdo. Por supuesto que el quiosquero nos lo vendió de muy buen talante: no creo que nadie en este país quiera volver a saber nada de este mundial, ja, ja, ja.
Intentamos contratar un servicio de internet móvil durante dos o tres meses, y nos encontramos con la dificultad de que teníamos que tener una dirección en Brasil para acceder a ese servicio. Por supuesto que no la tenemos y tampoco nos gustó una “sugerencia” de unos de los vendedores, así que optamos por seguir con nuestro viejo método: conectarnos en los “Postos do Gasolina” o lugares que tengan Wi Fi libre.
Cerca de las 11 hs comenzamos a recorrer los 160 km que nos separaban de San Miguel de las Misiones. Sabíamos que la zona de influencia de los jesuitas abarcó también una amplia zona en el sur de Brasil y que había algunos lugares muy bien conservados. No nos equivocamos: llegamos a un lugar totalmente recomendable, con ruinas parecidas a las de San Ignacio en Misiones pero más grandes y mejor conservadas en el tiempo. Además con un museo digno de visitar, en el cual se exponen unas espectaculares tallas de imágenes religiosas hechas en madera por los indios guaraníes.
Por la tarde seguimos unos km más por la BR 285 hasta llegar a unos 80 km del cruce con la Carretera Transbrasileña que tomaremos mañana. Estamos por cenar en un “Posto” sobre la ruta.
Hasta la próxima entrada y gracias por acompañarnos.