Estas jornadas se desarrollaron entre el viernes 5 y el jueves 11 de setiembre.
Macaé nos quedaba en el camino y entramos. Desconocíamos todo de esa ciudad costera y nos sorprendieron sus modernas construcciones, las playas muy extensas con aguas transparentes y una costanera impecable, especial para peatones o ciclistas, plagada de emprendimientos gastronómicos, algunos de muy buen nivel. Llaman la atención las plataformas de exploración de petróleo que se ven bastante lejos de la costa. Nos quedamos una noche en la avenida sobre el mar sin ningún tipo de inconvenientes o molestias.
Seguimos viaje y llegamos a Buzios que, según la descripción que nos hicieron los mismos brasileños, se trata de un “territorio argentino en suelo brasileño”.
Nunca habíamos viajado a ese centro turístico tan popular y difundido en nuestro país. Ingresamos con algo de escepticismo, preparados para conocer un destino quizás “inflado” en sus cualidades en función del negocio internacional. Nos equivocamos: Buzios tiene todos los requisitos y cualidades para ser una opción muy interesante a la hora de elegir. Muchas playas de aguas muy limpias y temperatura aceptable con características diferentes (más o menos olas, solitarias o concurridas, cercanas o lejos del centro, etc.); un centro urbano y comercial muy bien arreglado, con comercios de calidad y una gastronomía para todos los niveles; un puerto deportivo y turístico que congrega a varias decenas de embarcaciones dedicadas a paseos, avistajes, etc.; seguridad y tranquilidad en sus calles. En fin: un sinnúmero de virtudes que nos motivaron a quedarnos más de un día, en un tranquilo lugar de la costanera, frente al puerto pesquero y a la curiosa y muy bien lograda escultura de los tres pescadores sacando la red a la costa.
No deben perderse las vistas desde los distintos miradores.
Salimos de Buzios y pasamos por Cabo Frío, ciudad en la cual no incursionamos pero sabemos que es conocida por ser el punto (solo se da en 4 o 5 lugares en el mundo), donde se juntan corrientes oceánicas distintas. En este caso la fría del sur con la templada del norte. De Cabo Frío para abajo en la costa atlántica, ya se comienzan a sentir temperaturas más bajas en el agua, sobre todo en invierno.
Cerca de Cabo Frío está Arrial do Cabo. No teníamos mucha información de ese pueblo. Llegamos a su importante puerto pesquero, deportivo y turístico (el comercial está separado de éstos) y conseguimos un muy buen lugar para estacionar las 24 hs por solo 10 reales. Limpio, con seguridad todo el tiempo, baños y duchas. Salimos caminando a recorrer las distintas playas. Del otro lado del morro está la de Forno. Espectacular, amplia y con aguas limpísimas, aunque un poco más frías que las de Buzios. La mata atlántica cae hasta sus orillas, sin que haya prácticamente construcciones o intervención del hombre. Solo se llega allí después de unos 10 minutos de paseo por lo alto del morro.
Luego seguimos caminando a lo largo de todo Arrial hasta la Playa Grande. Allí encontramos las arenas más blancas y finas de todo el viaje, en un litoral extensísimo en el cual la vista se pierde.
Al día siguiente subimos al mirador do Atalaia. Es ése el punto desde el cual se obtienen las mejores panorámicas de la zona y se le da una mirada al resto de las playas, confirmando con ello las virtudes de este excelente lugar.
Dejamos Arrial por demás de satisfechos y pusimos rumbo a Río de Janeiro.
Siempre se ingresa a las grandes ciudades con un poco de miedo. Mucho tránsito, calles cortadas y los GPS que se bloquean. Desconocimiento del entorno, posibles situaciones de inseguridad y mil etc. más. En este caso se sumaba la información de que cruzar el puente de Niteroi a Río (más de 10 km de largo), era una odisea que llevaba más de dos horas.
Felizmente solo uno de esos pronósticos se cumplió: algunas calles cortadas con obras y el irregular trazado urbano de Río, generaron un exceso del “recalculando” histérico de la gallega del GPS.
Luego de un par de horas, pudimos conseguir lugar para estacionar en una de las Petrobrás del centro en Copacabana (esa zona donde los hinchas argentinos dejaron su marca indeleble al actuar como un virtual ejército de ocupación en el lugar más emblemático de Río). Desde allí, nos movimos con el Metro a lo largo de los kilómetros que nos separaban del centro de Río, en el cual se encuentra los sitios más representativos de la ciudad. Lo hicimos con total tranquilidad y pudimos ver casi todos los lugares que teníamos planeados: El Cristo del Corcovado, la Catedral, el Teatro Municipal, los Arcos de Lapa, la escalera de Seleron, la Iglesia de los Negros y muchísimos otros lugares de esta ciudad increíble.
Luego de casi tres días, salimos hacia el Oeste y disfrutamos las playas de la Barra da Tijuca y otras más.
Ya se nos está acabando el tiempo y todo lo que teníamos planeado visitar al sur de Río, quedará para otra oportunidad. Sin apuro pero con rumbo definido estamos emprendiendo el regreso a San Pedro, desde donde haremos la última entrada sobre este viaje, quizás con consideraciones generales sobre el mismo, que sean de utilidad y entusiasmen a nuestros lectores para tomar la mochila y largarse a las rutas.
Los enlaces de las carpetas de fotos son:
Macaé, Buzios y Arraial do Cabo
Nos vemos en San Pedro ¡Hasta pronto!
Zulma y Carlos
Hola David. Te contesto por Correo Privado. Que tengas suerte!!!
Hola un gusto saber de sus experiencias viajeros. Les contamos q para junio tenemos planeado viajar desde san rafael mza a belén du para regresando x el nordeste y bajar tal cual ustedes la idea es ir por El centro pasando x goias y seguir al norte hasta belén quisiera saber x donde llegaron al nordeste de brasil desde argentina?? Atte espero sus respuesta. .