Días 84, 85 y 86: Cancún, Chichen Itzá, Champotón

El jueves 21 de abril llegamos a Cancún ingresando por el sur a la Zona Hotelera. La información periodística que teníamos sobre un supuesto colapso en el tránsito y demás actividades de la ciudad, no la pudimos ver. El acceso estaba totalmente libre, de fácil circulación, y todo eso nos permitió ver con tranquilidad las playas hermosísimas y los increíbles complejos hoteleros que, ocupando amplios espacios, se sucedían uno tras otro. Allí están todas las famosas cadenas mundiales, dándose cita para ofrecer de TODO a los turistas. Incluso pudimos estar largo rato en algunos lugares de acceso libre a la playa, donde era posible estacionar y hasta pasar la noche. Uno de ellos, está en el mirador situado antes de llegar al Hilton, donde el lugar para detenerse es amplio, con hermosa vista y una muy buena playa abajo. Antes de subir al puente
sobre el río que hace de desagüe del lago interior en Cancún, el camino costea el río y llega hasta el mar. Si bien allí no entramos, nos dijeron y pudimos apreciar desde el puente, que se trata de un excelente lugar de acampe libre. De todas formas, ya habíamos llegado con la idea de que parar allí era imposible y quizás eso hizo que, luego de almorzar, siguiéramos camino.

Tomamos la primera autopista de “cuota” o “paga” en México y … ¡Casi nos morimos! Nos cobraron 27 dólares por 200 km de recorrido. Increíble: gastamos en ese tramo 70 pesos argentinos en combustible y más de 100 pesos, en peaje!!!!!!!!!!

Llegamos a Chichén a las 17 hs, cuando ya estaban cerrando. Nos quisimos quedar en el estacionamiento frente a las ruinas, pero no lo permitieron. Fuimos a parar a la plaza frente a la Iglesia, aunque la noche de ese jueves santo no fue habitual: al cura del pequeño pueblo se le ocurrió celebrar la misa y representación teatral de la crucifixión de Jesucristo, en ¡La plaza! Conclusión: contra nuestra costumbre participamos por más de tres horas de la liturgia religiosa a la cual concurrió una importante cantidad de fieles. Nos llamó la atención que el cura se excedió en advertir a los presentes sobre las falsedades y oportunismo de otras prácticas religiosas. ¿Por qué será eso?

El final de esta historia fue que nos dormimos pasadas las 12 de la noche, y a la 00:06 del ¡viernes santo! Nos despertaron los empleados municipales que fueron a esa hora a limpiar la plaza. Entre estas anécdotas y el calor que no nos abandona, iniciamos nuestra visita
a  Chichen Itzá.

Ese sitio, es quizás el más importante de la civilización Maya en México y fue considerado en 2007, por el voto de millones de personas (aunque sin el apoyo de la Unesco), como una de las nuevas maravillas del mundo. Allí pudimos encontrarnos (sin otros visitantes de por medio ya que fuimos los primeros en entrar, sana costumbre que recomendamos) con el impresionante templo de Kukulcán, uno de los edificios más notables de la arquitectura maya. Es una pirámide de cuatro lados con la parte superior de forma rectangular. Cada lado posee una gran escalinata. Barandas de piedra están al costado de cada escalera, y en la base de la escalinata norte hay dos colosales cabezas de serpientes emplumadas, efigies del dios Kukulcán. En estas escaleras se proyectan durante el transcurso del día equinoccial (21 de marzo), las sombras de las plataformas que integran el gran edificio, configurándose así la imagen del cuerpo de la serpiente-dios, que al paso de las horas parece moverse. Es en este juego admirable de luz y sombra, que representa la «bajada» de Kukulcán a la tierra, como quisieron los mayas simbolizar el mandato superior de acudir a la labor agrícola, ante la inminencia de la llegada de las lluvias, al concluir el mes de marzo. Queda clara la relación que hicieron los inventores de semejante montaje de su conocimiento astronómico aplicado a la arquitectura para un fin práctico, que era el de realizar las tareas de su principal cultivo y base de su alimentación: el maíz. Se deduce en consecuencia, que ese espectáculo que hoy vemos como mágico, tenía que ver con la estabilidad social de los mayas.

Finalizada a las 11 de la mañana nuestra visita a Chichén Itzá, pusimos rumbo a Campeche, importante ciudad con una bella costanera y seguimos hasta Champotón, puerto pesquero y ciudad turística, poco nombrada, pero interesante de visitar, con una costanera y plaza principal remodeladas a nuevo. También tiene importantes playas tortugueras unos 15 Km al sur. Allí pasamos la noche del viernes 22 de abril y también la del 23. Estamos bastante cansados del trajín y queríamos parar la máquina por un día. Además solo nos separan poco más de 300 Km de Villahermosa, lugar en el que el lunes iremos a pedir turno en la Mercedes Benz de esa ciudad para que nos hagan un mantenimiento
general y cambio de filtros y aceite de la Combi. Ya llevamos 17.400 Km hechos en este viaje.

Estas son las Fotos de Cancún – Chichén Itzá
Esperamos reencontrarnos pronto, hasta entonces.